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Empastado con los siguientes folletos: Ley del régimen municipal. Cuenca: Imprenta de la Universidad, 1893.— Ley de régimen municipal. Reimpresa en Cuenca, 1885.— Leyes orgánicas del poder judicial, participación de hatos y timbres. Cuenca: Impreso por José Miguel Prieto, 1884.-Cartas políticas. Primera carta.— Segunda carta de un proscrito a D. José M.P. Caamaño, presidente de la República del Ecuador. Santiago de Chile: Imprenta de El Progreso, 1888
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Dedicatoria del autor “Al distinguido orador y eminente jurisconsulto Dr. don Juan Bautista Vázquez, Su leal amigo— el autor”.
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Empastado con los siguientes folletos: Ley del régimen municipal. Cuenca: Imprenta de la Universidad, 1893.- Ley de régimen municipal. Reimpresa en Cuenca, 1885.— Leyes orgánicas del poder judicial, participación de hatos y timbres. Cuenca: Impreso por José Miguel Prieto, 1884.-Cartas políticas. Primera carta.— Segunda carta de un proscrito a D. José M.P. Caamaño, presidente de la República del Ecuador.
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La Enciclopedia multitemática Bouasse-Lebel está escrita en francés y fue editada en París en 1854. Se destaca por su gran tamaño y su extraordinario contenido compuesto por hojas con gráficos detallados, en los que se destaca el uso de tecnologías innovadoras de impresión, particularmente de la cromolitografía en la producción de sus mapas, escudos y otros elementos, así como de las imágenes religiosas que conforman el documento. Cabe destacar que la técnica de la cromolitografía consiste en estampar sucesivamente imágenes de diferentes colores usando piedras previamente grabadas, cada una representando un color diferente. Esta enciclopedia fue elaborada por la Imprenta Bouasse–Lebel que fue fundada en París en 1845 y se destacó particularmente por su devoción e impresión de arte religioso, su fundadora fue Eulalie Bouasse, quien era hija única del dueño de la imprenta Jacques-Auguste Lebel. La imprenta estaba ubicada en la Calle Petit Bourbon, cerca del barrio de Saint Sulpice, en París en el Centro de la industria de la prensa religiosa en la Francia post-revolucionaria, solo en 1850 comienza a realizar el depósito legal de sus obras. El hijo mayor de Eulalia, Enrique se hizo cargo de la empresa en 1852 y más tarde, en 1867, el otro hijo más joven, Emile fundó una empresa de la competencia, Bouasse-Jeune. Bouasse-Lebel detuvo su producción en 1960. Entre algunos de los contenidos significativos de esta obra destacan los escudos, bandera, monedas y billetes de todos los países, la representación de las principales obras arquitectónicas del mundo, los tipos de aves, animales e insectos, etc. Etc.
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Antonio de Herrera y Tordesillas (Cuéllar, 1549 - Madrid, 28 de marzo de 1626), cronista, historiador y escritor del Siglo de Oro español, autor de la Historia general de los hechos de los castellanos en las Islas y Tierra Firme del mar Océano que llaman Indias Occidentales, conocida como Décadas y considerada una de las mejores obras escritas sobre la conquista de América. Fue Cronista Mayor de Castilla durante los reinados de Felipe II y Felipe III, y también de Indias. Cristóbal Pérez Pastor le atribuyó el sobrenombre de “Príncipe de los historiadores de Indias”. Está considerado el historiador más dilatado de su época, y su obra está compuesta también por una Historia General del Mundo, una de Portugal y una Descripción de Indias.
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Antonio de Herrera y Tordesillas (Cuéllar, 1549 - Madrid, 28 de marzo de 1626), cronista, historiador y escritor del Siglo de Oro español, autor de la Historia general de los hechos de los castellanos en las Islas y Tierra Firme del mar Océano que llaman Indias Occidentales, conocida como Décadas y considerada una de las mejores obras escritas sobre la conquista de América. Fue Cronista Mayor de Castilla durante los reinados de Felipe II y Felipe III, y también de Indias. Cristóbal Pérez Pastor le atribuyó el sobrenombre de “Príncipe de los historiadores de Indias”. Está considerado el historiador más dilatado de su época, y su obra está compuesta también por una Historia General del Mundo, una de Portugal y una Descripción de Indias.
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Antonio de Herrera y Tordesillas (Cuéllar, 1549 - Madrid, 28 de marzo de 1626), cronista, historiador y escritor del Siglo de Oro español, autor de la Historia general de los hechos de los castellanos en las Islas y Tierra Firme del mar Océano que llaman Indias Occidentales, conocida como Décadas y considerada una de las mejores obras escritas sobre la conquista de América. Fue Cronista Mayor de Castilla durante los reinados de Felipe II y Felipe III, y también de Indias. Cristóbal Pérez Pastor le atribuyó el sobrenombre de “Príncipe de los historiadores de Indias”. Está considerado el historiador más dilatado de su época, y su obra está compuesta también por una Historia General del Mundo, una de Portugal y una Descripción de Indias
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Antonio de Herrera y Tordesillas (Cuéllar, 1549 - Madrid, 28 de marzo de 1626), cronista, historiador y escritor del Siglo de Oro español, autor de la Historia general de los hechos de los castellanos en las Islas y Tierra Firme del mar Océano que llaman Indias Occidentales, conocida como Décadas y considerada una de las mejores obras escritas sobre la conquista de América. Fue Cronista Mayor de Castilla durante los reinados de Felipe II y Felipe III, y también de Indias. Cristóbal Pérez Pastor le atribuyó el sobrenombre de “Príncipe de los historiadores de Indias”. Está considerado el historiador más dilatado de su época, y su obra está compuesta también por una Historia General del Mundo, una de Portugal y una Descripción de Indias.
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Las primeras manifestaciones que en Cuenca hace el espíritu de independencia son consecuencia del estudio, en unos, de la reflexión, en otros, y del contagio de imitación en los demás, si bien en todos acusa una ansia nobilísima “de mejoramiento. Tratase de un hecho inevitable, previsto por los mismos políticos y publicistas peninsulares que con clarividencia estudian el problema, intrincado y complejo, que a fines del siglo XVIII presenta España en relación con sus colonias de América. En vano, los Monarcas tratan de impedir la circulación de libros en los que la flámula revolucionaria ondea en cada página. En vano, intentase reprimir con el argumento estulto de la fuerza los primeros conatos—disimulados, al principio; más francos, después—que estallan incontenibles. Es no solo el ejemplo dado por los hermanos mayores del continente; no solo la propaganda tenaz realizada por hombres consagrados a un apostolado de verdad, como el egregio Miranda; no solo la expoliación ejercida por gobernantes despóticos y autoridades subalternas que, infatuados de orgullo, buscan lucro donde debieran ejercitar justicia o abrir el ojo vigilante del buen administrador. Es todo eso; pero también es que las ansias reprimidas estallan, que la esperanza se abre a sazón en la conciencia de los americanos, que por razón del tiempo y al influjo bienhechor de la cultura, que tarda, pero llega, a todo pueblo han amanecido, al fin, a la plena efectividad de los derechos a que está llamado el hombre, que ciertamente, no es tal mientras no sea libre.
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He leído su interesante y meditado trabajo aquí en esta peregrina playa marinera y donde, recatado del ajetreo urbano de Buenos Aires, la limpieza del cielo, el vivificante iodo del mar y el destello del sol irisado de belleza, prestan a las cosas, la transparencia de su origen divino. Con frecuencia visito el vecino pueblo de Maldonado, que rehiela en la atmósfera — por no sé que extraño prestigio el recuerdo de las incursiones Lusitanas en el Río de la Plata. Hoy, de regreso de una de esas excursiones, ya cuando todo se encendía con el tono flavo de una paleta sobrehumana, discurría sobre nuestro tema favorito, y al volver la vista hacia la evocadora Colonia, como requiriendo su consejo: emergió por entre los estirados troncos y el verde profundo de los pinos resinosos el cimborio policromo de la iglesia, con el elocuente refulgir de sus vidriados azulejos; y luego, la huraña y sencilla «torre del vigía»; y todo ello, golpeando a las puertas de la emoción, dibujó, ante mis ojos la razón estética de nuestros artísticos afanes. La influencia hispana trajo a las sementeras autóctonas de milenario origen — la más robusta de las síntesis: orientalismo y occidentalismo que cuajaron en el Románico primitivo, en el Mozárabe, en el Mudejar, en el Plateresco y en última instancia en el Barroco, trasunto o reacción final de aquellos estilos nacionales ¡de España. Ellos, a su vez, cimentaron los dispersos arcaísmos de la América, arcana de nuestra civilización. Por donde, España y América ofrecernos un abundoso léxico de arquitectura intuitiva, que llega hasta nosotros, como una lengua viva, exenta de cánones académicos, de formulismos y con la puericia que cuadra a nuestras esperanzas. Tengo para mí, que la arquitectura, como la música o la poesía, nace y prospera al amparo de la riqueza étnica, de la belleza del alma y naturaleza de un pueblo. Más, es ya tiempo que entremos a comentar el concepto particular de su libro, pues, encara Vd. en él una nueva faz en la marcha de nuestros estudios «arquitectónico-arqueológicos».
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La historia de la iglesia católica en la república del Ecuador puede considerarse dividida en dos épocas notables: la primera comprende ese largo espacio de tiempo, durante el cual la Iglesia, así como la nación, estuvo bajo el gobierno de los Reyes de España: la segunda abraza el tiempo trascurrido desde que se proclamó entre nosotros el gobierno republicano hasta nuestros días. En ninguna nación, y mucho menos en la nuestra, puede separarse jamás la historia eclesiástica de la civil hasta el punto de hacerlas enteramente independientes una de otra. Cada una de esas dos grandes épocas se subdivide en diversos períodos. La primera comprende los períodos siguientes. El descubrimiento y la Conquista. Entonces los sacerdotes vienen en compañía de los conquistadores; estos en busca de riquezas, aquellos movidos del amor sobrenatural de la* almas: el conquistador llega armado de la espada, en nombre de la fuerza y del terror; el sacerdote se presenta trayendo en sus manos la cruz, símbolo de paz y de persuasión. La construcción del templo católico anuncia que para el español y para el indio no hay más que un fin, uno y el mismo destino eterno: la fundación del municipio significa que el vencedor ha trasladado su hogar al medio de los vencidos. Fundidas varias poblaciones y pacificada la tierra, los Españoles se ocupan en edificar; conquistadores, demolían; colonos, edifican. La venida y establecimiento de las Órdenes religiosas, la fundación del Seminario, de Colegios y Universidades, Ja construcción de templos suntuosos, la fundación de hospitales, y el establecimiento y adelanto de las misiones hacen del segundo período de nuestra historia el más notable de todos: aquel fue como nuestro tiempo heroico, pues fue la época de los santos. ¡Qué Obispos los que entonces vinieron! ¡Cuánto celo del bien de las almas!… No obstante, ya desde el mismo tercer período principia la decadencia de la Iglesia entre nosotros. El espíritu evangélico desmaya; el fervor languidece; ya hay un Obispo que jamás visita su diócesis; el clero regular allega riquezas cuantiosas; los clérigos andan en busca de honras y comodidades, y tanto estos como los regulares hacen ya más aprecio de ser eruditos que de ser santos. La expulsión de los Padres de la Compañía de Jesús arruina y hace desaparecer las misiones. El cuarto período es de verdadera transición.
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Plumas maestras, galanas—la de Manuel J. Calle, la de Honorato Vázquez, han trazado ya la figura literaria de Remigio Crespo Toral. Acaso, nada resta por decirse. Más, al comprender que cada uno tiene su conocimiento de los hombres, me dediqué a escribir este somero estudio biográfico. Si me he equivocado en él, no importa; rectifíqueseme; empréndale la biografía completa y definitiva de Crespo. Así, este ensayo llegará a ser prolífico. Y he emprendido este trabajo en el afán de despertar curiosidad por la obra de un prosador y poeta desconocido por propios y extraños. En el nativo solar, se lo admira; pero no se le conoce ni se le comprende… como dice Pérez Petit al hablar de Rodó. A los de afuera casi no les ha llegado ni la prosa ni el poema de Crespo. Cuando más allá de los lindes patrios se revisa la literatura ecuatoriana, no se recuerda siquiera el nombre de este Poeta. Luis Alberto Sánchez, uno de los críticos más documentados de América, en su HISTORIA DE LA LITERATURA AMERICANA, si lo menta a Crespo, es solo para decir que es un “prestigio oficial”.
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Sobremanera prodigiosa y sorprendente es el desarrollo de la literatura y las ciencias en el día; la prensa, esa infatigable guerrera; la prensa, esa infatigable guerrera del progreso, en la lucha incesante en que batalla, ha levantado el brazo, y como otro Josué, ha detenido, en el zenit, el sol esplendoroso de la civilización, que alienta y vivifica' a los pueblos. El sublime invento de (Gutemberg, esa diminuta maquinilla eléctrica del pensamiento, se ha convertido en un surtidor de luz para el mundo, y ved aquí, saliendo de entre dos pequeñas planchas de hierro, esos entes de ideas, que atraviesan deslumbrantes por la atmósfera, reventando a su caída, los juegos chinescos, en los variados colores del arcoíris. Siglo de las luces, ha dado en llamarse el nuestro, y a fe que no le falta razón instante se desborda sobre la faz de la tierra. Una inundación de innumerables y variadísima publicación. ¡Qué hermoso y magnífico es el espectáculo que ofrece la naturaleza en una despejada noche de verano!
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El QUIJOTE se ha traducido a todos los idiomas; pero faltaba traducirlo al idioma universal, al símbolo. Este es, pues, el libro que se presenta al público: su autor, fue el artista sevillano D. Pedro Lazo de la Vega, que floreció en Sevilla por el 1780. Oran admirador de Cervantes, quiso representar en forma gráfica la visión grandiosa del QUIJOTE. Después de todo, pensó, Cervantes ha retratado con ideas un estado social…, yo quiero dar plasticidad y vida a estas ideas, convertirlas en imágenes, en símbolos…, quiero darle cuerpo a esa alma… Y puso manos a la obra, grabando en papel las escenas principales del QUIJOTE. Reunidos los grabados forman un libro que no tiene letras ni palabras; pero tiene ideas, y la idea es universal, infinita y eterna, porque es natural. En él pueden leer los que no saben leer, entenderán los que no entienden el idioma de Cervantes: es una obra gráfica, simbólica. Y ¿qué es el símbolo? La escritura del pasado y, acaso, también del porvenir.
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Nadie ignora que desde hace diez años muchos astrónomos de la Academia han sido enviados, por orden del rey, bajo el Ecuador y al Círculo Polar, para medir allí los grados terrestres, mientras que otros académicos hacían en Francia las mismas operaciones. En otro reinado, todos estos viajes, con los aparatos y el número de observadores que exigían, no hubieran podido ser sino el fruto de una larga paz. Bajo el de Luis XV han sido concebidos y felizmente ejecutados durante el curso de dos sangrientas guerras; y mientras que los ejércitos del rey corrían de un extremo a otro de Europa para socorrer a sus aliados, sus matemáticos, dispersos por la superficie de la Tierra, trabajaban bajo las Zonas Tórrida y Glacial por el progreso de las ciencias y el provecho común de las naciones. Han conseguido, como fruto de su trabajo, la resolución de una cuestión célebre; resolución de cuya utilidad participan la Geografía, la Astronomía, la Física general y la Navegación.
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Obedeciendo á los decretos del Señor Papa Urbano VIII, protesto que si algo dijere en el decurso del siguiente catálogo, relativo á revelaciones ú otras cosas prodigiosas, no pretendo se le dé otra fe* que la puramente humana, á no ser que alguna ó algunas de ellas hubiesen sido aprobadas por la Santa Sede Apostólica. Lo mismo digo respecto á los títulos de venerable, beato ó de santo que atribuyere á alguno de los religiosos. No pretendo, pues, dárselo sino según las costumbres y opiniones de los hombres. Y en todo me sujeto al juicio de la Iglesia católica, apostólica, romana, en cuya fé deseo y quiero vivir y morir.
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El plan de las publicaciones que constituyen la Biblioteca Amazonas, tiene por finalidad dar a conocer las obras de los más altos exponentes, que escribieron sobre la labor de la Gobernación y luego Audiencia y Presidencia d'2 Quito en el descubrimiento y colonización del mayor de los ríos del mundo. Sólo de los siglos X V I , X VII , y XVIII se cuenta un número no menor de cuarenta cronistas quiteños, que dan testimonio de esa inmensa obra realizada. Para dar a conocer tan enorme y extensa labor sería necesario un esfuerzo continuo de varias series de publicaciones. En esta primera serie nos liemos limitado a aquellos cronistas que relatan los grande ¡ viajes o recorridos totales por el Río - Mar, los mismos que en los siglos anteriores fueron considerados como los "nuevos descubrimientos del Amazonas." La casi totalidad de estos recorridos parten de la Gobernación y luego Audiencia de Quito o tienen íntima relación con ella y a ella convergen, como la expedición del Capitán Pedro Texeira; o fueron realizados en gran parte con hombres de la Gobernación de Quito, como en el caso de la expedición del Capitán Pedro de Orsúa. No es posible que permanezcan en el olvido y que el Continente y la Humanidad ignoren los esfuerzos realizados peala Audiencia Quiteña en el descubrimiento del Gran Río y en la colonización de las regiones por él bañadas, porque esto sería olvidar uno de los esfuerzos más grandes de la Historia del Continente y significaría menospreciar la importancia de la función creadora americana, que en los siglos XVI y XVII, principalmente, se afirmó con la audacia de los descubrimientos realizados por los hombres de Quito.
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CAP. I. Idea de la Religión primitiva
CAP. II. Origen de las falsas religiones
CAP. III . Segunda época de la Religión
CAP. IV . Progresos de los errores religiosos
CAP. V . Conatos de la razón humana para reparar los extravíos religiosos, y resultados de estos conatos
CAP. VI . Oportunidad de la promulgación de la Religión de Jesucristo
CAP. VII . Carácter de la Religión cristiana
CAP. VIII . Los hechos que son el fundamento de la Religión cristiana, no se han tomado de las fábulas ó mitología de los idólatras
CAP. IX . La Religión cristiana no ha recibido sus dogmas de los sistemas de los filósofos
CAP. X . El culto cristiano no se deriva del mithriaco ni de algún otro usado entre los idólatras
CAP. XI . Verdadero origen de las principales ceremonias del culto cristiano
CAP. XII . Satisfácese á algunas objeciones sueltas del Dupuis, y conclusión de esta obra