Aunque los primeros ensayos de substitución del plasma sanguíneo con soluciones coloidales no proteicas se hicieron utilizando macromoléculas de más de 100.000 de peso molecular, bajo la hipótesis de que los mejores resultados terapéuticos podrían obtenerse con moléculas de un peso semejante al de las proteínas plasmáticas1, en razón de los efectos indeseables que produjeron, se prepararon luego soluciones de dextrán, polivinilpirrolidón (PVP)2-6 y gelatina3-6, con moléculas de aproximadamente 65.000 de peso7. El peso y estructura de las moléculas que pueden substituir, en algunas de sus funciones a las proteínas plasmáticas, en particular, el mantenimiento de la presión oncótica y la volemia, tiene importancia considerable.
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