En la Historia de Sudamérica hay páginas, cuyo recuerdo enaltece sobremanera a los ecuatorianos. Por espacio de tres siglos, España, a ley de conquistadora, gobernó la ciudad de los Shiris, donde vivían a la sazón veinticinco mil vasallos que, al través de peligros sin cuento, no cesaban de hacer sublimes esfuerzos, a fin de sacudir el yugo de la Metrópoli, invocando para ello razones de incontrovertible evidencia. La administración de justicia corrió a cargo de los europeos, que interpretaban las leyes según su capricho, sobre todo, cuando eran favorables a los indígenas, a quienes el Rey mantuvo en ignorancia completa.
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